La Fundación Bofill ha desempeñado un papel importante en el análisis y mejora del sistema educativo, principalmente en la Educación pública. Sin embargo, algunos críticos han señalado que la Fundación nunca ha prestado suficiente atención a la escuela concertada.

Dos premisas o reflexiones iniciales. En primer lugar, es importante recordar que la Educación es un derecho fundamental en los tratados internacionales, y que la libertad de elección de escuela es un derecho de las familias siempre y cuando se respeten los principios de no discriminación y de igualdad de oportunidades.

En segundo lugar, es importante reconocer que la elección de escuela puede tener efectos sobre la equidad educativa y la integración social. Por ello, es necesario que cualquier análisis riguroso de la Educación tenga en cuenta la diversidad del sistema educativo y evalúe los efectos de las políticas educativas en todos los tipos de escuela.

Y es aquí donde el último estudio de la Fundación Bofill, falta al rigo,  al concluir siempre en un mensaje único, a modo de “mantra”, que por más que se repita mil veces, no deja de ser una falsedad: la escuela concertada va de la mano de la segregación, al evitar el acceso a sus centros a los alumnos con necesidades específicas de soporte educativo.

Hay que recordar que los centros concertados firmaron en su día el Pacto contra la segregación escolar promovido por el Síndic de Greuges. Y con él, ratificaron el compromiso y la voluntadde una mejor distribución de los alumnos considerados NESE.

La estadística publicada por el Departament d’Educació del curso 2.020-2021, nos dice que el porcentaje de alumnos NESE escolarizados en la pública fue del 13,27 % mientras que en la concertada  del 12,04 %.¿Hasta qué punto esta diferencia de sólo el 1,2% puede justificar el mantra de la escuela concertada segregacionista? Y, en cambio, los recursos que la Administración destina a la atención de estos alumnos son desproporcionadamente superiores en la escuela pública.

Cabe añadir que en los centros concertados, a fecha de hoy, el porcentaje de alumnos NESE ha aumentado considerablemente, porque en los cursos 2021-22 y 2022-23 se ha incrementado  la escolarización de alumnos con el dictamen de NESE.

Por otra parte, para que un alumno tenga la consideración de NESE, debe disponer de un dictamen elaborado por los EAP. Y en la escuela concertada hay un buen número de alumnos que, sin haber alcanzado el dictamen de los EAP, requieren la misma consideración.

Son alumnos que no están contabilizados en la estadística del Departament d’Educació. Si los incorporáramos, los porcentajes de alumnos NESE en la concertada pasarían al a ser del 12,48 %, con solo una diferencia del 0,79 respecto a la pública.

A la vista de estas cifras, ¿qué base real tiene el estudio de la Fundació Bofill? ¿Es la escuela concertada una fuente de segregación como dice? En mi opinión, su estudio es sesgado y falto de rigor documental, hasta el punto de dejar sin fundamento las conclusiones a las que llega.

Sea con una diferencia del 1,2 % o del 0,79 %, la escuela concertada se sitúa al mismo nivel que la pública en la escolarización de alumnos NESE.

La discriminación sí existe en cambio en cuanto a los recursos que se destinan a este alumnado. Una desproporción abultada y relevante que somete a la escuela concertada a una inferioridad de condiciones manifiesta.

En definitiva, la libertad de elección de escuela es un derecho fundamental, pero debe ser ejercido con responsabilidad y con el objetivo de garantizar una educación de calidad y equitativa para todos los estudiantes.

La Fundación Bofill y cualquier otra organización que realice estudios y análisis sobre la Educación deben ser rigurosos y objetivos, teniendo en cuenta la diversidad del sistema educativo y evaluando los efectos de las políticas educativas en todos los tipos de escuela.

Carlos Camí

Carlos Camí

President de la CCAEC